Los estudios demuestran que a partir de 26º C, las vacas comienzan a reducir el consumo de alimento y pierden peso corporal. La producción de leche disminuye. También el rendimiento reproductivo, la salud y la lactancia se ven afectados.
El grado de estrés térmico sufrido por la vaca depende de la combinación de las condiciones ambientales, temperatura del aire, humedad relativa, el movimiento del aire, y la radiación del sol.
La investigación ha demostrado que la nebulización alta presión intermitente en combinación con sombra y circulación de aire forzado es un método muy eficaz para enfriar vacas lecheras, frente a la reducción de las pérdidas de producción experimentadas durante el clima cálido y húmedo.
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